
Pierre, Miguel, Rafael, Jose luis, Pepe, Manuel, Antonio, Jesús, Jose Antonio, Pablo... no recordaba todos los nombres. Recordaba, eso sí, aquellos que se habían convertido en sus amigos y también a aquellos que quisieron amarla tan rápido, que consiguieron asustarla, o se asustaron.
Recordaba la ilusión de los inicios, y el desencanto del después, cuando los misterios se habían desvanecido y las horas se alargaban...Recordaba los desdenes, los desencuentros, y las decepciones. Recordaba también aquella hermosa historia de amor que todavía no había querido escribir y aguardaba silenciosa bajo la almohada.
Todos esos encuentros, esos descubrimientos, le habían acompañado durante la mayor parte de este año que se iba. Y estaba contenta, contenta de lo que había aprendido, de lo que había descubierto sobre ella misma y sobre los demás.
Luego, cuando el tedio se adueño de la búsqueda, se había centrado en otras búsquedas, o en otros encuentros. Y entonces fue la escritura su vehículo y otros, los nombres de los interlocutores y compañeros de viaje: Gaspar II, Antonio Vela, Marisa, Angel, PinkWoman, Sid, Mayte, Aleitzia, Pepa, Malena, Humo, Genio, AlZagal, Minuet, Kimbertrankanut, Pablo, Anónimos, PazzaP, Jesús Sopensens, Juanjo, Patricia, Flor, Megapili, Iglesias Oviedo, La pérfida Canalla, Carlos de la Parra, Antonio Fernández, Sneyder Caty, Isabella, Sophia Sophie, Impresiones de una Tortuga, Celia, Aris, Fibonacci, Angela,... y tantos otros a los que leyó, o la leyeron en silencio. También aprendió de esos fugaces encuentros. Y disfrutó con ellos.
