Lunes.
Abriendo una grieta en las horas
estoy, en este bar,
anónimo de gentes,
contemplando el pasar hambriento
de este tiempo, de éste nuestro tiempo,
albergue cerrado al desheredado.
Marchitas las luces,
de este lunes,
dan sombra apagada al espanto
de vivir ajenos,
al horror
de transitar solitarios
por el asfalto.
Corazones de neón,
cuerpos de metacrilato,
llevan el amargo nectar
de la monotonía en sus venas.
Lunes, de veinte años después, o quizás de treinta.
Abriendo una grieta en las horas
estoy, en este bar,
anónimo de gentes
contemplando una sonrisa amplia
en este tiempo, éste nuestro tiempo incierto.
Naranjas las luces de este lunes,
dan vida al placer
del vivir propio,
al gusto de compartir con otros
el solitario camino
del asfalto.
Y el del campo.
Corazones de melón,
cuerpos de cincuentaitantos,
llevan el néctar de la sabiduría
en sus venas.
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Sin duda que el tiempo ha mejorado los lunes, sería bueno compartir un lunes cualquiera de una semana cualquiera, quizás algún día.
ResponderEliminarBesos
Precioso lo que describes... enhorabuena por la entrada, bsos
ResponderEliminarOh Woman, tras días de desierto, por fin el parto. Este martes he leído tu lunes. Bien estructurados los versos, intensos en su mensaje, con un paralelismo que potencia por contraste las dos sensaciones. Choca el orden de los sentimientos, por edad tendría que ser el inverso. Mejor así, lo malo lejano y próximo el fruto maduro. Los momentos son así, no la vida que es variada. No hay un antes monolítico y un hoy rígido. Los momentos se alternan aunque los sentiminetos del momento nos lleven a generalizar. Decía Góngora: "a mis soledades voy, de mis soledades vengo", mas., en medio hay siempre oasis que nos alivian. Sería insufrible un desierto interminable. El transfondo de tristeza negra de la primera parte se amortigua con la serenidad de los cincuentaitantos que sabe poner cojines. No siempre, de ahí que te lastimaras la mano. ¿Cómo está? La mano. A veces como tú con estos escritos, hablamos solos, y hasta a veces nos comprendemos; otras, compartimos el mensaje y encontramos el eco gratificador; otras nos lavamos la vida con el aljófar derramado por nuestras mejillas, cuando la pena ahonda y se nos muere el alma. Pero quizás porque tenemos el horizonte más marcado, el ansia de la meta nos agota menos y sobrevolamos con sosiego, dándonos un golpecito en la espalda, de comprensión, a veces, también de pésame. Pero tiramos. A tirones. Un beso.
ResponderEliminarVarón Obarti
Perfecto. Me pareció muy poética e inteligente la manera en que retrataste el paso del tiempo.
ResponderEliminarMe ha gustado. Y eso que no me gustan los lunes.
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