18.11.10

Luna de miel



La dureza del asiento comenzó a resultarle incómoda. Abrió los ojos para confirmar dónde se encontraba. Allí estaba, sentada en un vagón de segunda de un tren cualquiera.


Miró a su alrededor. Había otros dos pasajeros en el compartimento: una anciana, que tejía sin cesar una bufanda rosa y un hombre joven, agazapado tras el diario de la mañana. La anciana, levantando la vista de la labor, le preguntó si estaban de viaje de novios. La pregunta la dejó tan desconcertada como triste. Acababa de romper con su prometido, así que, tragándose las ganas de llorar, no pudo sino balbucear un no bastante descortés.

El viajero que se sentaba a su lado, levantó la vista de su periódico y la miró. Una sonrisa maliciosa se asomó a su rostro. Era muy atractivo, no se había fijado hasta entonces. Mariela se sonrojó. Inconscientemente apretó sus piernas y, con un gesto que no pasó desapercibido al joven, tiró de su falda que, con el vaivén del tren, se había subido, mostrando la redondez de sus muslos.  Disimulando el pudor y tratando de  restarle importancia al asunto, cerró los ojos de nuevo.


La noche se oscureció repentinamente. Una mancha vibrante se colocó ante la radiante luna. Millones de abejas la rodeaban. Levantándose, el joven del periódico, abrió la ventanilla del tren, y atravesando con su brazo el inmenso enjambre, procedió a extraer la miel, cómo si tuviera ante sí una gigantesca colmena. Luego, la vertió en un tarro. Pegó sobre él una etiqueta redonda en la que escribió unas palabras con tinta rosa, lo envolvió cuidadosamente y se lo entregó a Mariela. Ella, dándole las gracias lo colocó a su lado en el asiento y siguió durmiendo.


Cuando despertó, abrió los ojos para confirmar dónde se encontraba. Allí seguía, sentada en un vagón de segunda de un tren cualquiera.  Miró a su alrededor. No había nadie en el compartimento. No estaba la anciana señora ni su bufanda. Tampoco estaban el joven del periódico y su tarro de miel. 

La dureza del asiento la obligo a moverse. Tropezó entonces con un pequeño paquete envuelto en papel de periódico. Lo abrió. Era un tarro de cristal con una etiqueta redonda en la que, con una cuidadosa letra, escrita en tinta rosa ponía: "Miel de luna".

 

6 comentarios:

  1. Me gusta la imagen de las abejas y ÉL extrayendo la miel de la luna...qué bonito que exista la posibilidad de que hasta los sueños más dfíciles se pueden realizar. A veces nos pasa.
    Gracias woman

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  2. Alguien que trata de poner un comentario y no lo consigue, me lo envía por correo. Dice así: "Todo lo bien relatado crea una realidad mágica, aunque sea trivial el asunto (no es el caso). Escribes muy bien. Y aunque sea la historia de un fracaso, no deja de ser un sueño dulce, una miel de fantasía, de luna, romántica, ilusionante. No salió bien, pero sueñas con el triunfo. Pones empeño. Es fundamental. Vivimos mucho de la fantasía hasta convertirla con frecuencia en nuestra realidad. También vale". Un beso.

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  3. Ültimamente recuerdo a diario mi vida onírica, de una forma tan lúcida que hasta me canso y durante el día luzco unas profundas ojeras. Dentro de unas horas haré un largo viaje en tren. Me acordaré de esta historia. Tal vez alguno de mis sueños traspase la barrera y aparezca en el asiento de al lado.

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  4. A veces los sueños traspasan la realidad, esos momentos suelen ser los mejores, que buena luna de miel, que dulce miel de luna.

    Un onírico beso

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  5. Aunque la historia hable de fracaso. La felicidad debe ser algo asi.dulce como una miel exraida de la misma vida.


    woman,me gustan los abrazos.comparto uno contigo.

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  6. Un relato de los que merecen la pena, te hace pensar y sentir... te deja un sabor dulce como "la Miel de Luna".
    He llegado a pensar, en mi retorcida cabeza, que ese sueño puede tener un significado de arduo deseo sexual: una reciente ruptura, una necesidad de llenar un vacío (el vagón), un hombre atractivo, la luz de la luna como una esperanza, las piernas apretadas para no sucumbir a un deseo peligroso, que en el sueño, adentrándose entre la dificultad de las abejas, consigue los jugos del placer..esa miel, dulce, más dulce que si de una "luna de miel" se tratase, porque en una "Luna de miel" seria lo esperable, lo fácil; en el mundo onírico, la miel es mas dulce aún por la dificultad de conseguirla.. y me pregunto ¿es sueño o es deseo? ¿es realidad o ficción?.. sea lo que fuere, enhorabuena , tu relato, es magistral y no deja indiferente...

    Aprovecho además para darte la bienvenida a mi blog..

    Un dulce beso y continuemos soñando con tus relatos.

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