14.10.10

Recetas para ligar


¡Nos encantan las recetas!

Queremos saber la cantidad exacta de menta y canela con la que debemos aderezar nuestros postres para que deleiten a quien los prueba. 

Necesitamos conocer el tiempo exacto que hemos de dejar el tinte en el cabello para que quede con el brillo adecuado.

imagen tomada de fini.lacoctelera.net
Esperamos que en algún lugar nos digan cómo seducir, con cuántos gramos de pasión hemos de salpimentar las relaciones para que sean un éxito; ¡cuántas llamadas, cuántos besos, cuántos correos necesitamos para conseguir por fin, que esa persona a la que anhelamos, caiga rendida ante nuestros deseos.

Buscamos la pócima mágica que haga que, finalmente, nos salgan bien las cuentas, porque en el fondo sabemos que en la vida, como en el amor,  dos y dos, no siempre dan cuatro.

¡Sí, nos encantan las recetas!

Y las encontramos, ¡vaya si las encontramos! Leía hoy en la Red un artículo sobre el peligro que entrañan los sms para la relación hombre-mujer, "... en la que siempre sale ganando el que más poder atesora, o el que más tarde descubre sus cartas".

Insistían en recordarnos que todas nuestras "aspiraciones, deseos y verdades quedan expuestas entre líneas" y que, lo queramos o no, "es inevitable dejar entrever nuestras emociones en esos inocentes sms" regalando así nuestro poder, quedando expuestos a las interpretaciones de quien los lee y eliminando de un zarpazo la incertidumbre "que es esencial y consustancial a toda fase inicial de una relación… sin misterio, sin poder, sin incertidumbre… o eres Brad Pitt o tienes chungo enamorar"

Quizás sea así. O acaso no. ¿De qué nos enamoramos?

Es cierto que "somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios"; que quien habla se puede equivocar. Cierto es que con mis palabras puede el otro construir sueños y destruirlos. Y también lo es que mis palabras expresan algo propio, un deseo, una emoción, un sentimiento. Efectivamente está en mis manos dejar que todo eso se desvanezca con el viento. Así nadie podrá usarlo en mi contra, ni en mi favor. Tampoco yo. 

Y también puedo hacerlo consistir, envolviendo las palabras en letra impresa. La escritura queda. 

Nos recomiendan no hacerlo. No escribir correos, no enviar sms; no dejar huella de nuestras emociones, de nuestras reflexiones, de nuestros pensamientos; no dejarle al otro -a la otra- la posibilidad de que se adueñe del poder.

”Pero   ¿qué pasa conmigo? ¿Por qué arrepentirme mañana de lo que he deseado hoy? ¿He de borrar mis palabras para no dejar constancia del modo en el que un día fui? ¿He de impedir que quede constancia de ellas para que ni “genio” ni ningún otro, lea en mis letras el reflejo del alma?[i]

¿Quiero mantener una relación con alguien que está al acecho, esperando la ocasión de despellejarme,  juzgarme, o rechazarme por un sms a destiempo?  No.

Me gustan las cartas, los correos, los sms, la letra impresa. Quizás sea el momento de hacernos cargo de lo que decimos.  O callar.

No quiero que a las palabras, se las siga llevando el viento.




[i] Se puede leer en el comentario enviado por “genio” a “Rostros sin cara”

2 comentarios:

  1. ¿Existe receta?, no lo se, lo que es bueno para unos para otros quizás no, pero ¿por qué callar?, creo que el silencio no constituye receta, el que no se arriesga, no cruza el río.

    Besos

    Gaspar

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  2. Plantearse al amor como si fuera una partida de ajedrez, repleta de estrategias, tiene sus pro y sus contras.
    Los pro serían manejar la situación, no mostrarse debil frente al otro, no ser esclavos de lo que dijimos en un momento de enojo o de profunda pasión.
    Las contra serían no poder ser espontáneos, sinceros y el desgaste psicológico que produce estar siempre a la defensiva.

    Cada uno es dueño de hacer su propio balance.
    Pero, que querés que te diga, no me dan ganas de ser medida en el amor. Y si salgo lastimada, y si mañana me arrepiento de algo que dije hoy ... igual valió la pena vivirlo sin especular.

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